Seguro que conoces algún centro, sobre
todo de Educación Infantil o en el que se imparte esta etapa, que trabaja por
proyectos. ¿A que suena bien? Pues siento decir que en muchas ocasiones los
maestros llaman a su manera de trabajar “trabajo por proyectos” cuando en
realidad hay pocas cosas que estén más lejos de esta metodología.
En
el último curso de Magisterio se incluyen unas prácticas de varios meses en un
cole, por lo que los alumnos van intercambiando impresiones sobre lo que
esperaban del centro elegido (en función de la nota) y lo que les está
pareciendo finalmente tras pasar un tiempo medianamente prolongado en dicha
escuela. Se convocan reuniones para que se intercambien opiniones y se abran
debates. Así que con esta etapa reciente, una puede saber cómo está el percal realmente, porque no dependes
de la opinión de los padres, que no están diariamente en clase; ni de los
propios maestros que, sinceramente, a veces andan muy cortos de autoevaluación
y por tanto de autocrítica.
Y
lo que se detecta es que en muchas ocasiones se utiliza el termino “trabajo por
proyectos” muy a la ligera. Se tiende a
asociar a cualquier manera de trabajar que no esté asociada a una editorial,
incluso aunque la base sean las fichas. ¿Puede ser que los maestros actuales no
sepan lo que son los proyectos de trabajo? No creo, la teoría es bastante
clara… Entonces creo que lo que ocurre tiene que ser que algunos maestros no
saben lo que NO es trabajar por proyectos.
Trabajar
por proyectos no es que el maestro ponga un tema y los alumnos lo acaten, pero
sobre todo no es imponerlo y no tener en cuenta las opiniones de los alumnos
sobre el mismo. La verdad es que el hecho de que el
tema venga propuesto por los niños es un gran elemento de motivación y sobre
todo de significatividad, además de un ejercicio democrático, de toma de
decisiones y de expresión de opiniones y argumentación (por aquello de que
tienen que convencerse los unos a los otros de que el tema que les gusta es el
mejor), pero si todavía no nos atrevemos a que elijan ellos (perfectamente comprensible),
al menos deberíamos tener en cuenta si les gusta o no el tema, si tienen
curiosidad por el mismo… porque basar el aprendizaje en algo que no les llama
la atención, que no les inspira ningún interrogante, no tiene demasiado
sentido. Y se acaba haciendo “proyectos” sobre cosas demasiado abstractas para
los niños. El estate calladita que ya te gustará más el
próximo tema está muy feo, y se usa.
Trabajar
por proyectos no es corregir los errores en las actividades de
conocimientos previos. Hay que hacer
actividades de este tipo, pero si no sirven como hipótesis, para trabajar a
partir de las dudas, o para comparar lo que sabíamos al principio del proyecto
con todo lo que se ha aprendido al finalizarlo, ¿qué sentido tiene?
Trabajar
por proyectos no es utilizar tus conocimientos para dar las respuestas
correctas. A veces no nos damos cuenta, pero
estamos utilizando la vieja concepción de educación, en la que el maestro tiene
los conocimientos correctos, y sobre todo los únicos posibles sobre la faz de
la tierra, y su misión es verterlos en la cabeza vacía (iba a escribir hueca pero me ha sabido hasta mal) de los alumnos.
En definitiva, trabajar por proyectos no es impedir que los
niños hagan hipótesis, experimenten, comprueben…
Trabajar
por proyectos no es utilizar el tema sólo en cierto tipo de actividades o en
ciertas áreas. Es decir, el proyecto no sólo se debe
usar para las manualidades y la lectoescritura, por ejemplo. Si hay una
característica que verdaderamente define a la metodología por proyectos de
trabajo, ésa es la globalización.
Trabajar
por proyectos no es darle más importancia a una ficha que a la experimentación. Tenemos que perder el miedo a que los niños no
aprendan si no hacen una ficha sobre lo que han aprendido, y sobre todo a que los
padres crean que no trabajamos si no reciben al final del trimestre un libro
con mil páginas con palabras copiadas de la pizarra.
Y,
por supuesto, trabajar por proyectos no es decorar las
fichas con motivos sobre el tema. Parece estúpido, pero lo más estúpido
es la necesidad de aclararlo.
He de decir que entiendo las
dificultades, sobre todo las que hoy tenemos, con tantos niños en el aula y tan
pocos recursos económicos. Los proyectos llevan mucho trabajo detrás, pero como
maestros debemos procurar que, a pesar de todo, nuestros alumnos reciban la
mejor educación que pueda existir. Tenemos que mirarnos un poco al obligo y
preguntarnos si realmente hago lo que digo que hago, porque si no es así,
estaré mintiendo. Y puedo asegurar que hay centros con muy buena fama
precisamente por su estilo metodológico en los que la realidad te pega una
bofetada al comprobar que no es oro todo lo que reluce.
Disculpad si soy demasiado categórica en
algunas afirmaciones, pero es un tema que me enerva.
¿Se te ocurre alguna no-característica
de los proyectos de trabajo? Me gustaría conocerla, porque seguro que me dejo
más de una ;
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